CELEBRACIÓN
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El pintor no oculta que quien está frente a él no es Baco, sino un muchacho disfrazado de Baco. Probablemente, alguno de los jóvenes que vivía en el palacio del cardenal Del Monte fungiendo sin obligación como el anfitrión de una fiesta y ofreciendo otra copa de vino más. Desprende sensualidad: la sonrisa despreocupada, la mano que juega con la cinta, la tela dejando el torso al descubierto. Es esta atmósfera festiva de la Roma del siglo XVI la que aspiramos a capturar con un diseño que combina el burdeos y el dorado rematado con un lazo dorado, símbolo de celebración.