BAILA
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A veces, ya bien entrada la noche, sintonizaba emisoras distantes en su transistor. Lenguas indescifrables del otro lado del Polo, lentos acentos de Nueva Orleans. Una noche trabajaba arriba junto a la ventana, cuando la música griega inundó la sala. -Oso, baila conmigo -dijo ella de pronto. (Oso, Cap. XVIII, p. 137)