DISTANCIAS
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Lou avanzó con cuidado por los tablones oscuros de la leñera, entró y le sacó los restos de la cena. El oso se los comió enseguida y a continuación le dirigió lo que parecía una mirada suplicante. Guardando las distancias, Lou alargó una mano. Él se la lamió con una lengua larga, rugosa y curva, pero cuando ella intentó tocarle la cabeza, el oso la apartó y retrocedió. (Oso, Cap. VI, p.49).