LA PALABRA DESNUDA
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Sentarse a su lado le daba una extraña paz. Como si el oso, al igual que los libros, conociese generaciones de secretos, pero no sintiera la menor necesidad de revelarlos. Metódicamente, porque la pasión no es compatible con la bibliografía, acabó de catalogar el libro en el que trabajaba. (Oso, Cap. XII, p. 85)