ONDAS
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El oso volvió a entrar en las aguas poco profundas moviendo la breve cola y al estremecerse creó remolinos a su alrededor. Se adentró más en el río y golpeó el agua con las patas. Por un momento, Lou temió que se alejara, pero no: se sentó dándole la espalda, relajado. Impulsivamente ella cogió agua con las manos y salpicó al oso, que se sacudió y tembló. Lou casi gritó de satisfacción. (Oso, Cap. VIII, p. 60)