Más allá de su capacidad visual, que les permite detectar presas a muchos de metros de altura, o de su veloz sistema nervioso, diez veces más rápido que el nuestro, las aves rapaces cuentan con una de las ventajas más apreciadas de la Naturaleza: su vuelo silencioso, apenas perceptible para el resto de especies. Y ello es gracias a sus plumas, que amortiguan el sonido de sus propias alas al moverse. De hecho, tan sigilosas son que podrían estar rondando a escasos centímetros de nuestra cabeza y no nos daríamos ni cuenta. Así que estos pendientes vienen, por precaución, en su versión Maxi: para que cuando te los cuelgues, te vean al menos llegar…