NOCTURNO
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Aquí tenemos a nuestro Potoo en su momento favorito, la noche: dos gigantescos faros proyectados hacia la nada en medio de la oscuridad. Y lo de gigantescos tiene sus ventajas, ya que al igual que las pantallas, cuanto más grandes son, más receptores de luz incorporan y mayor es su imagen en la retina. Así que no hay presa que no detecte ni movimiento que escape a su vista prodigiosa. Cuando la luna sobrepasa su cénit emite un lamento, un canto misterioso que estremece a toda la fauna durmiente. Será porque su dominio de la noche se desvanece, y ya queda menos para cerrar los ojos.