ARDER
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Desde entonces, durante nueve días anduvo errante por la tierra, llevando en sus manos antorchas encendidas. Y ya no se nutría con la ambrosía ni el néctar dulce de beber, presa de la aflicción. Y tampoco sumergía su cuerpo en el baño. Pero cuando se le presentó por décima vez la radiante Aurora, le salió al encuentro Hécate, llevando en sus manos una antorcha. Dispuesta a darle la nueva, le dirigió la palabra y le dijo:
—Soberana Deméter, dispensadora de las estaciones, la de espléndidos dones, ¿quién de los dioses celestes o de los hombres mortales raptó a Perséfone y afligió tu ánimo? Oí su voz, en efecto, pero no vi con mis ojos quién era. En breve te lo he dicho todo sin engaño.
(Himno a Deméter, 46-58)