SEMBRAR
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Así criaba la diosa en el palacio al espléndido hijo del prudente Céleo, a Demofoonte, al que engendrara Metanira, la de hermosa cintura. Él crecía igual a un dios, sin tomar alimento, sin mamar la blanca leche… Deméter lo ungía de ambrosía, como si hubiese nacido de un dios, mientras soplaba suavemente sobre él y lo tenía en su regazo. Por las noches lo ocultaba en el vigor del fuego, como un tizón, a escondidas de sus padres. Mas para ellos resultaba un gran prodigio cómo crecía, demasiado robusto para su edad. Y es que al verlo se asemejaba a los dioses.
(Himno a Deméter, 233-242)