Nada por aquí...

El jardín de las delicias

2025
Cuanto más lo observas, más misterios afloran.

El espectador curioso que se acerca al Museo del Prado y se detiene distraídamente ante El jardín de las delicias puede caer preso del vértigo ante la compleja trama que satura su mirada. Tal vez recurra a algún catálogo o monografía. Pero ni el historiador ni el crítico le servirán para aliviar apenas su desconcierto. Porque el tríptico pintado por El Bosco a comienzos del siglo XVI sigue siendo una de las pinturas más enigmáticas e inexplicables de la historia del arte. Una intrincada selva de detalles iconográficos. Un jeroglífico inquietante. Un desafío para la pupila humana. Cuanto más lo observas, más misterios afloran.

En sus paisajes de fantástica belleza se mezclan escenas de amor lascivo con criaturas monstruosas. La imaginación onírica con la simbología hermética. Una cabalgata de hombres sobre estrafalarias monturas seduce a un grupo de doncellas. Las cuerdas de un arpa gigante crucifican a un penitente. Una fruta gigantesca sirve de refugio a dos amantes. Un batracio lee un pentagrama en el trasero de un desalmado. Los cuerpos emergen de los lugares más insólitos: flores, bayas, la concha de un mejillón, la carcasa de un alacrán… Lo sublime y lo siniestro, lo delicado y lo grotesco se entremezclan con una creatividad prodigiosa. Uno no sabe adónde mirar y no puede dejar de comentar lo que presencian sus ojos. ¿Qué es todo esto? ¿Qué significa?

El retablo nos embruja. Nos hipnotiza. Nos abruma. Parece que lo comprendemos pero no dejamos nunca de darle vueltas.

El retablo nos embruja. Nos hipnotiza. Nos abruma. Parece que lo comprendemos pero no dejamos nunca de darle vueltas. Cada estampa, cada minúscula escena es una galaxia en sí misma. Con tantos recovecos que deslumbra. Un rompecabezas que nos descoloca y nos arrastra hasta lo más recóndito de nuestra mente. Pocos lienzos acumulan tantos interrogantes y tan pocas respuestas. Pocos desafían una interpretación única, una solución definitiva. Porque rehuye toda temática. Todo estilo. Toda influencia. Sus imágenes inclasificables nos sacuden hoy al igual que lo hicieron ya con sus contemporáneos.

Sus imágenes inclasificables nos sacuden hoy al igual que lo hicieron ya con sus contemporáneos.

Leída como un libro, de izquierda a derecha, su historia es en apariencia sencilla: en la cara externa de sus dos paneles cerrados el Universo antes de la creación del hombre. Los colores han enmudecido en los albores del mundo, en sus grisáceas formas vegetales. Y, al abrirlos, la sorpresa de la luz sobre un paisaje densamente poblado de humanos y animales. A la izquierda, Dios bendiciendo a Adán y Eva arropado por palmeras y unicornios. En el exótico panel central que da nombre al cuadro, cuerpos empachados de lujuria entregados sin remordimientos al juego del amor. Y, a su derecha, como un espejo invertido, el Infierno. Un monstruo con cabeza de pájaro defeca condenados, quienes escucharon música profana son torturados por sus propios instrumentos, los envidiosos se ahogan en un lago helado. Un mal invisible deforma la materia. Los objetos cotidianos han crecido y se han vuelto amenazantes. Las víctimas tratan de huir, pero nada cambiará su destino irremediable.

En el exótico panel central, cuerpos empachados de lujuria se entregan sin remordimientos al juego del amor.

Y toda esa fantasía desbocada, con su delirio erótico y sus mensajes cifrados, la trasladamos a la nueva colección. Con una paleta cromática que refleja tanto la belleza efímera del Paraíso como la oscuridad del Infierno, en una tensión continua entre el placer terrenal y la condena eterna: los verdes que evocan la exuberancia del Edén con los borgoña del Averno, el azul transparente de las esferas flotantes con el rosa espejo, emanación del deseo. Una representativa selección de tonos en la que los dorados, reflejando la luz en su opulencia, se fusionan con toques rojos, emblema de la lujuria, creando un contraste vibrante que resalta la perenne lucha entre el éxtasis y la penitencia.

Un catálogo de pecados terrenales y castigos diabólicos en forma de accesorio.

Llega un catálogo de pecados terrenales y castigos diabólicos en forma de accesorio, una advertencia sobre lo efímero de los goces humanos y los peligros de la carne bajo maravillosos pendientes y collares.

Y, ahora, dínos, confiesa: ¿también caerás en la tentación?