Hoy el ciclo natural de la nieve está amenazado. A la nieve ya no le da tiempo a alcanzar el espesor suficiente como para volver a formar esas masas inmensas que normalmente se fracturan por efecto de la presión interior. Los glaciares no se retiran para luego volver a crecer en volumen. Cada vez se parecen más a sus hijos, los icebergs: corren el riesgo de desaparecer rápidamente. Si toda sonoridad se apaga, si los copos de nieve ya no se acumulan sobre los zócalos rocosos, si el hielo no cubre la Tierra, el mundo en su conjunto se volverá solitario.

(Pensar como un iceberg, p. 202)