¡Cómo nos gusta esta planta que busca sonriente la trayectoria del sol! Al amanecer los capullos apuntan hacia el este y siguen la posición del astro rey hasta orientarse hacia el oeste en el atardecer para regresar durante la noche a su posición original. Y cuando alcanzan la madurez, se quedan mirando hacia levante aguardando su final. Pero la singularidad no acaba ahí: si no abunda el espacio, no se ponen a competir entre ellas por la luz, sino que tuercen elegantemente sus tallos para esquivar la sombra de su vecino más cercano, ofreciendo con ello un baile acompasado de girasoles danzando al son de las chicharras. ¿Habrá ser viviente más Happiest on Earth?