¡Arrastrarme servilmente sobre las huellas de otros y triunfar sin gloria!… No, no tendrá «los placeres del vicio y los honores de la virtud». No es bastante para mí con poseerla, quiero que se me entregue. Pero para eso tengo no sólo que llegar hasta ella, sino llegar con su permiso; encontrarla sola y con la intención de escucharme; sobre todo, cerrarle los ojos al peligro, porque si lo ve, sabrá superarlo o morir. Pero cuanto mejor sé lo que hay que hacer, más difícil encuentro la ejecución; y, aunque os burléis de mí, os confieso que mi apuro aumenta cuanto más me ocupo del asunto.

(Carta CX, El Vizconde de Valmont a la Marquesa de Merteuil)