NATURALEZA DORADA
40,00 €
Fuera, los colimbos le dedicaban sus agudos gritos. Los juncos se rozaban y le cantaban una canción. Envuelta en el pelaje del oso, se sentía arropaba en una cesta. Olía el musgo y las limpias flores. Los guijarros resplandecían bajo las aguas nocturnas con una belleza que tenía valor propio, no el de un joyero. (Oso, Cap. XXII, p. 165)