Nada por aquí...

La Bayadère

2017
Shhhh… Que sube el telón. ¡Empieza el espectáculo!

Teatro Marynski, San Petersburgo. 4 de febrero de 1877.

Avanzamos por el patio de butacas, donde uno de los mayores espectáculos de todos los tiempos está a punto de comenzar. Una historia de amor eterno situada en una India de leyenda con todopoderosos rajás y brahmanes, faquires, princesas y guerreros. El título: La Bayadère. Los protagonistas: Nikiya, bailarina del Templo enamorada de Solor, el príncipe que debe casarse con Gamzatti, la malvada hija… del aún más malvado Marajá.

Y entre la irrupción de la bayadera principal hasta su desaparición en el Reino de las Sombras y el apoteósico final, una sucesión de intrigas y venganzas, de celos y traiciones, que nos conducirán hacia lo más intrincado del corazón humano y dejarán sin aliento al espectador.

Dirigidos por Marius Petipa bajo la batuta de Ludwig Minkus, asistiremos con este ballet a números prodigiosos: desde procesiones multitudinarias y vuelos inacabables, a mágicos arabesque, tirabuzones centellantes y un sinfín de hipnóticos movimientos, en un despliegue de recursos nunca antes vistos en un escenario.

Ya sea en las opulentas estancias de palacio, entre elefantes enjoyados y tigres reales, bajo un cielo estrellado o en un bosque solitario, las escenas se encadenarán con coreografías asombrosas, a cada cual más impactante. Por no hablar del vestuario que Theoni Aldredge ha confeccionado para la ocasión, con sus danzarines ídolos de bronce y sus delicadas bayaderas envueltas en un halo permanente de misterio. ¡Pura fantasía!

Basada en poemas del también hindú Kalidasa, La Bayadère se divide en 3 actos. Como las entregas de nuestra nueva colección. En la primera, prevalecen las formas sinuosas y ondulantes con tonos vino, cremas suaves y negros oscuros como el carbón, en una interpretación de la Llama Sagrada que será su hilo conductor.

En la segunda, sucumbimos al hechizo de las 24 bayaderas descendiendo como espectros por una rampa helicoidal. Para la cual incorporamos -por primera vez en papiroga, ¡y quién sabe si en el mundo entero!- espejos en nuestros Maxi pendientes y collares. Porque, ¿qué mejor que este material como símbolo de esta historia de amor dual donde toda cara tiene su reverso?

Y para la última entrega, la más lúdica de todas, nos vestimos con nuestras mejores galas para asistir a una fiesta multicolor de verdes y rosas en la que no falta el color estrella, el oro, dispuestos a darlo todo y quién sabe si para un feliz destino o un aciago final…