Nada por aquí...

Las Marianas

2018
En esta colección viajamos al punto más profundo de la Tierra.

Lejos de la mirada del hombre, hacia un lugar inexplorado considerado la última frontera del siglo XXI: las Marianas, el gran agujero negro, la fosa que se hunde 10.911 metros en el océano Pacífico. Un territorio remoto envuelto en el misterio, en una oscuridad absoluta, donde la presión supera las mil atmósferas y las temperaturas no rebasan los 2 ºC. Algunos científicos creen que la vida se originó aquí, en las tinieblas de estas profundidades hadales, lejos de la luz, hace unos 4.000 millones de años.

Hacia allí nos dirigimos a bordo de nuestro batiscafo, al confín más ignoto del Planeta, con los ojos abiertos y bien abrigados, dispuestos a diseñar las nuevas piezas. Tras cinco horas de descenso, nos posamos sobre suelo oceánico. Nada se mueve. El lecho es plano y uniforme en todas direcciones. Está inmaculado. Un limbo alienígena dominado por una quietud extraña, ajeno a cualquier experiencia humana: apenas una veintena de astronautas han visitado la Luna -recordamos embutidos en la pequeña cápsula- pero nadie ha alcanzado este abismo antes. Aquí no hay rastro de vida. Ni un alma. Hasta que la luz escasa de una vela ilumina un reino microscópico: aquí está, desfilando ante nuestra ventanilla, ¡un diminuto busanito de noche! Y a su lado ¡unos micrococus! Más al fondo, como si de una comitiva se tratara, una expedición de radiolarios, ¡y los majestuosos solum! No faltan los glacialis, ¡brillando en la oscuridad! ¡Ni tampoco los Hymanthopolus!

Poco a poco, aflora ante nuestros ojos un paisaje asombroso que trasladaremos a la siguiente paleta de color: el azul oscuro para el océano, el verde para las algas, el crema para la arena y el negro para el fondo abisal. Sin descartar el oro -con sus magníficos brillos- y las transparencias, indispensables en este sofisticado ecosistema por el que asoman fantásticas criaturas. Incluiremos perlas (¡que las hay!) y las formas serán sinuosas y orgánicas, curvas, como los microorganismos que se mueven, mutan y transforman a nuestro alrededor. Y habrá también piezas fijas y otras que harán de comodín, lo que permitirá convertir algunos Maxi pendientes ¡en minis!

Desde la superficie nos lanzan una última señal. El tiempo escasea, peligrosamente se agota, pero arrancamos unos minutos más. Unos instantes más para despedirnos de este mundo. ¡Ciao radiolarios, ciao busanitos! Ha llegado la hora: soltad lastre, ¡lanzamos nueva colección!